En un entorno que se tiñe de rojo y oro al atardecer, Gibraleón se convirtió en testigo de un momento especial. Santa Ana, la venerada patrona de la ciudad, fue recibida con gran fervor en su visita al Centro Residencial de Personas Mayores «Jesús de Nazaret» durante su festividad.
Como cada año, pero con un sentido más íntimo y emocional, la procesión hizo una parada en el hogar de muchos entusiastas devotos. La atmósfera se llenó de expectación y devoción mientras un grupo de residentes aguardaba la llegada de su patrona. El hecho no era solo una manifestación religiosa, sino un verdadero encuentro de corazones donde la fe y la tradición se viven intensamente.
Durante el acto, los rezos se elevaron en comunión mientras los rostros iluminados por la devoción y respeto narraban historias de vida en cada palabra. El momento culminante llegó con la ofrenda floral, gesto que simbolizó el cariño y el respeto que los mayores del centro sienten hacia su santa. No fue solo un acto de piedad, sino también de profundo agradecimiento y vínculo comunitario.
El encuentro también contó con un saludo protocolario a la Junta de la Hermandad, reafirmando los lazos entre la institución religiosa y la comunidad de «Jesús de Nazaret». Esta parada de la procesión no solo fue un momento de celebración espiritual, sino también una invaluable oportunidad para reforzar la inclusión social y la importancia de mantener vivas las tradiciones en el corazón de nuestras comunidades.
En Gibraleón, cada atardecer recuerda que las tradiciones fluyen como ríos entre generaciones, y que los momentos compartidos como estos son los pilares de una comunidad unida y fuerte.

